miércoles, 28 de diciembre de 2011

CUENTOS CON MORALEJA (5).

Los tres leones En la selva vivían tres leones. Un día el mono, el representante electo por los animales, convocó a una reunión para pedirles una toma de decisión: Todos nosotros sabemos que el león es el rey de los animales, pero hay una gran duda en la selva: existen tres leones y los tres son muy fuertes. ¿A cual de ellos debemos rendir obediencia?. ¿Cuál de ellos deberá ser nuestro rey?. Los leones supieron de la reunión y comentaron entre si: Es verdad, la preocupación de los animales tiene mucho sentido. Una selva no puede tener tres reyes. Luchar entre nosotros no queremos ya que somos muy amigos. Necesitamos saber cual será el elegido, pero, ¿Cómo descubrir? Otra vez los animales se reunieron y después de mucho deliberar, llegaron a una decisión y se la comunicaron a los tres leones: Encontramos una solución muy simple para el problema, y decidimos que Uds. tres van a escalar la Montaña Difícil. El que llegue primero a la cima será consagrado nuestro Rey. La Montaña Difícil era la mas alta de toda la selva. El desafío fue aceptado y todos los animales se reunieron para asistir la gran escalada. El primer león intentó escalar y no pudo llegar. El segundo empezó con todas las ganas, pero, también fue derrotado. El tercer león tampoco lo pudo conseguir y bajó derrotado. Los animales estaban impacientes y curiosos; si los tres fueron derrotados, ¿Cómo elegirían un rey? En este momento, un águila, grande en edad y en sabiduría, pidió la palabra: ¡Yo sé quien debe ser el rey! Todos los animales hicieron silencio y la miraron con gran expectativa. ¿Cómo? Preguntaron todos. Es simple, dijo el águila. Yo estaba volando bien cerca de ellos y cuando volvían derrotados en su escalada por la Montaña Difícil escuché lo que cada uno dijo a la Montaña. El primer león dijo: ¡Montaña, me has vencido!. El segundo león dijo: ¡Montaña, me has vencido!. El tercer león dijo: ¡Montaña me has vencido, por ahora!. Pero ya llegaste a tu tamaño final y yo todavía estoy creciendo. La diferencia, completó el águila, es que el tercer león tuvo una actitud de vencedor cuando sintió la derrota en aquel momento, pero no desistió y quien piensa así, es mas grande que su problema. El es el rey de si mismo, está preparado para ser rey de los demás. Los animales aplaudieron entusiasmadamente al tercer león que fue coronado El Rey de los animales. Moraleja: No tiene mucha importancia el tamaño de las dificultades o problemas que tengas. Tus problemas, por lo menos en la mayor parte de las veces, ya llegaron al nivel máximo, pero no tú. Tú todavía estás creciendo y eres más grande que todos tus problemas juntos. Todavía no llegaste al límite de tu potencial y de tu excelencia. La Montaña de las Dificultades tiene un tamaño fijo, limitado. ¡TU TODAVIA ESTAS CRECIENDO!. Volver al Indice La Ventana Dos hombres, ambos muy enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital. A uno se le permitía sentarse en su cama cada tarde, durante una hora, para ayudarle a drenar el liquido de sus pulmones. Su cama daba a la única ventana de la habitación. El otro hombre tenia que estar todo el tiempo boca arriba. Los dos charlaban durante horas. Hablaban de sus mujeres y sus famihias, sus hogares, sus trabajos, su estancia en el servicio militar, donde habían estado de vacaciones. Y cada tarde, cuando el hombre de la cama junto a la ventana podía sentarse, pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver desde la ventana. El hombre de la otra cama empezó a desear que llegaran esas horas, en que su mundo se ensanchaba y cobraba vida con todas las actividades, colores del mundo exterior. La ventana daba a un parque con un precioso lago. Patos y cisnes jugaban en el agua, mientras los niños lo hacían con sus cometas. Los jóvenes enamorados paseaban de la mano, entre flores de todos los colores del arco iris. Grandes árboles adornaban el paisaje, y se podía ver en la distancia una bella vista de la línea de la ciudad. El hombre de la ventana describía todo esto con un detalle exquisito, el del otro lado de la habitación cerraba los ojos e imaginaba la idílica escena. Una tarde calurosa, el hombre de la ventana describió un desfile que estaba pasando. Aunque el otro hombre no podía oír la banda, podía verlo, con los ojos de su mente, exactamente como lo describía el hombre de la ventana con sus mágicas palabras. Pasaron días y semanas. Una mañana, la enfermera de día entró con el agua para bañarles, encontrándose el cuerpo sin vida del hombre de la ventana, que había muerto placidamente mientras dormía. Se llenó de pesar y llamó a los ayudantes del hospital, para llevarse el cuerpo. Tan pronto como lo consideró apropiado, el otro hombre pidió ser trasladado a la cama al lado de la ventana. La enfermera le cambió encantada y, tras asegurarse de que estaba cómodo, salió de la habitación. Lentamente, y con dificultad, el hombre se irguió sobre el codo, para lanzar su primera mirada al mundo exterior; por fin tendría la alegría de verlo el mismo. Se esforzó para girarse despacio y mirar por la ventana al lado de la cama... y se encontró con una pared blajca. El hombre preguntó a la enfermera que podría haber motivado a su compañero muerto para describir cosas tan maravillosas a través de la ventana. La enfermera le dijo que el hombre era ciego y que no habría podido ver ni la pared, y le indicó: “Quizás sólo quería animarle a usted”. Epilogo: Es una tremenda felicidad el hacer felices a los demás, sea cual sea la propia situación. El dolor compartido es la mitad de pena, pero la felicidad cuando se comparte, es doble. Si quiere sentirse rico, sólo cuente las cosas que tiene y que el dinero no puede comprar. “Hoy es un regalo por eso se le llama el presente” Volver al Indice La aguja Una mujer, costurera de profesión, en el colmo del desconsuelo, se afanaba buscando alrededor de un farol. Encorvada, daba vueltas de aquí para allá, explorando en el suelo. Era noche avanzada y un hombre pasaba por allí de vuelta a su casa. Vio a la mujer que había empezado a llorar desconsoladamente. Buena mujer, pero ¿que te ocurre? ¿Puedo ayudarte en algo? ¡Que más quisiera yo! -exclamó la mujer, sin dejar de buscar ansiosamente-. He perdido una aguja en mi casa y no la encuentro. Perplejo, el hombre preguntó: Pero, mujer, si la has perdido en tu casa, ¿por qué la buscas aquí? ¡Oh! –suspiró apenada la mujer-. Como en mi casa no había luz, me he venido a buscarla junto a este farol. Muchas veces el ser humano, por falta de entendimiento correcto, busca justo allí donde no le será posible encontrar, por lo que se hunde en la desesperación y en el desaliento. No podremos hallar fuera de nosotros aquello que palpita en nuestro interior ni nadie nos podrá procurar el sosiego y la claridad que debemos ganar por nosotros mismos a través del esfuerzo correcto y el trabajo interior. Aunque en principio haya oscuridad en ti, si indagas en tu interior y te aplicas con motivación correcta a tu búsqueda, resplandecerá en tu corazón la luz de la sabiduría que libera. Volver al Indice

No hay comentarios:

Publicar un comentario