ESCUELA VIRTUAL DE LA FUNDACIÓN PARA PROFESORES(AS) JUBILADOS " NOELIA SANCHEZ DE GUEVARA 2011", PARA EDUCAR AL MUNDO POR MEDIO DE EL INTENET.
miércoles, 28 de diciembre de 2011
CUENTOS CON MORALEJA (2)
El Amor y la Locura
Cuentan que una vez se reunieron todos los sentimientos y cualidades del hombre. Cuando el aburrimiento bostezaba por tercera vez, la locura como siempre tan loca propuso: “Vamos a jugar al escondite”. La intriga levantó el ceño extrañada y la curiosidad sin poder contenerse preguntó: ¿Al escondite? ¿Y eso cómo es?
Es un juego, explicó la locura, en que yo me tapo la cara y comienzo a contar des`e uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden, y cuando ya haya terminado de contar, el primero de ustedes que yo encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego. El entusiasmo bailó secundado por la euforia y la alegría dio tantos saltos que terminó de convencer a la duda, e incluso a la apatía, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar, la verdad prefirió no esconderse. ¿Para qué? Si al final siempre la hallaban, y la soberbia pensó que era un juego muy tonto, en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella, y la cobardía prefirió no arriesgarse.
Uno, dos y tres, empezó a contar la locura...La primera en esconderse fue la pereza que como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La fe subió al cielo y la envidia se escondió tras la sombra del triunfo, quien por su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitik que encontraba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos, que si un lago cristalino para la belleza; que si la rendija de un árbol: perfecto para la timidez; que si el vuelo de una mariposa: lo mejor para la voluptuosidad, que si una ráfaga de viento: magnífico para la libertad, y así terminó en ocultarse en un rayito de sol...El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo, pero solo para el. La mentira se escondió en el fondo de los océanos, mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris, y la pasión y el deseo en el cuarto de los volcanes. El olvido, se me olvidó donde se escondió, pero, eso no es lo importante. Cuando la locura estaba contando 999.999, el amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo estaba ocupado, hasta que al fin divisó un rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores.
Un millón contó la locura y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue la pereza solo a tres pasos de una piedra. Después se escuchó a la fe discutiendo con Dios sobre teología y a la pasión y al deseo las sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a la envidia, y claro, pudo deducir donde estaba el triunfo. El egoísmo no tuvo ni que buscarlo, el solito salió de su escondite, resultó ser un nido de avispas.
De tanto caminar, la locura sintió sed y al acercarse al lago descubrió la belleza, y con la duda le resultó todavía más fácil, la encontró sentada cerca sin decidir aún en que sitio esconderse.
Así fue encontrando a todos. El talento, entre la hierba fresca, a la angustia, en una oscura cueva, a la mentira, detrás del arco iris, mentira si estaba en el fondo de los océanos, y hasta encontró al olvido, que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite.
Pero solo el amor no aparecía por ningún sitio. La locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en las cimas de las montañas, y cuando se iba a dar por vencida divisó un rosal, tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto, un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido los ojos del amor. La locura no sabía que hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.
Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la tierra: El amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.
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La llave de la felicidad
Cuenta la leyenda que hace millones y millones de años, cuando recién se había creado el Universo. Se reunieron todos los dioses para contemplar su obra, y extasiados por tanta belleza y perfección no pudieron evitar caer en la tentación de la presunción, es por lo que decidieron crear al hombre para que este le envidiara y admiraran su poder.
Entonces los dioses se dedicaron afanosamente a crear al hombre, y cuentan algunas religiones que lo hicieron tan a su imagen y semejanza, que lo dotaron de fuerza, valor, felicidad, inteligencia, sabiduría, etc, que llegaron a temer que se fundieran entre ellos y que en un momento dado los destituyeran y ocuparan su lugar, por lo que decidieron esconderle alguna de las virtudes con las que había sido creado.
¿Dónde podrían guardar la felicidad para que el ser humano no la encontrara?. Estuvieron reflexionando sobre ello mucho tiempo; cuando uno decía de esconderla en el pico de la montaña más alta, otro de los dioses le rebatía, diciendo que al haberlo dotado de fuerza y valor podría escalar esa montaña y encontrarla.
Cuando uno de ellos comentaba que tenían que esconder la felicidad en la sima más profunda de los océanos, otro le corregía diciendo que al ser humano le habían dotado de una gran inteligencia, y podrían inventar una máquina que se sumergieran en los mares y la podrían encontrar.
Cabía otra posibilidad esconderla en otra galaxia, -pero llegaría el día se dijeron unos a otros- en que el hombre exploraría el Universo, descubriría los agujeros negros y llegaría a las otras galaxias. ¿Qué hacer pues?.
En estas reflexiones andaban cuando uno de ellos -el más gordito y bajito- que había permanecido todo el tiempo en silencio, dijo:
Vamos a escondérsela dentro de ellos mismo, que siempre estarán tan ocupados en atesorar riquezas, conseguir el poder pensando que esto es lo que les dará la felicidad, que nunca se darán cuenta que dentro de ellos mismos está la llave de la felicidad.
El ser humano juega al escondite consigo mismo y no se decide investigar en su naturaleza interior. Busca la felicidad en el exterior, donde todo es fortuito, y nada permanece estable. En la vida cotidiana se alternan lo agradable y lo desagradable, el placer y el dolor, pero no puede encontrarse felicidad permanente en lo que es transitorio e inestable. La felicidad como un estado más permanente solo puede encontrarse en uno mismo y representa un estado de sosiego, contento, ecuanimidad y visión esclarecida.
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